Gillet, Jean-Claude. (2006): La animación en la comunidad. Un modelo de animación socioeducativa. Barcelona, Graó.


LA ANIMACIÓN EN LA COMUNIDAD
PRIMERA PAREJA: ACTIVIDAD / ACCIÓN

CASO 1: en un centro de animación de barrio se ha llevado a cabo para sus asociados una actividad denominada “arcilla”, bajo la dirección de un animador interno. Este taller funciona una vez por semana, y agrupa únicamente a adultos de los que la mitad no pertenecen al barrio, que van allí para iniciarse en un trabajo y en un aprendizaje muy individualizado. La técnica manual es aquí lo principal para un público de funcionarios y directivos de rango medio que, por otro lado, no participan, o muy poco, en la vida del centro.
CASO 2: un centro de animación periférico, solicitan la creación de una actividad “taller de pintura” y aprovechan la oportunidad de disponer a su lado de un centro para minusválidos tetrapléjico, donde un  adulto que desde hace tiempo que está allí  practica la pintura. Esta persona se convertirá en el animador del grupo y técnico, iniciando a los miembros en las acuarelas, oleos…
El primer caso procede de lo que podemos denominar actividades artísticas ocupacionales, es decir, actividades de tipo individualizado que se convierten en fines por ellas mismas (es el caso de muchos animadores deportivos) la estructura ofrece servicios y pone en funcionamiento a veces una política de marketing para captar a varios tipos de clientes.
Traction Avant Compagnie promueve una compañía de break dance con espectáculos, talleres y estancias de formación, porque “el baile ayuda a limar las frustraciones”.
¿Debemos rechazar este tipo de iniciativas? En absoluto. Tiene la ventaja de proponer perspectivas de futuro a grupos de jóvenes que se encuentran en la frontera de la marginalidad y de la delincuencia, favoreciendo su socialización y su integración en un espacio social y cultural. Pero, ¿Cuántas de esas actividades promovidas en las antesalas de los medios de comunicación local o nacional perduran más allá de la espectacularidad del momento? ¿Cuántas de ellas no sucumbirán a la propaganda para mayor beneficio de políticos o del Estado-espectáculo? En este juego, los jóvenes de los que estamos hablando tienen poco peso en la vida de cada día, y al contrario, todos los “colaboradores” (estado, representantes políticos) intentan situarse en primera fila cuando las barriadas se convierten en un centro mediático.
Se ve en ello la marca de un culturalismo del estado, orientado por las elites hacia lo espectacular, tanto más atractivo para estos jóvenes cuanto que tiene la esperanza de conseguir elevadas ganancias y excelentes condiciones de trabajo y en absoluto rutinarias. Las políticas culturales dirigidas a los jóvenes de las barriadas acentúan el fenómenos, ya que estas políticas se desprenden más de la democratización cultural que de una democracia cultural capaz de producir sentido por el juego de la creación y el arte.
¿Promoción a través de las actividades culturales o institucionalización de la precariedad?
El alcance cultural de las políticas sociales en las barriadas no se puede desdeñar, ya sea a través del teatro, la danza, la música, la imagen, pero al mismo tiempo hay que desconfiar  de los castillos en el aire que no tienen futuro.
En lo que concierne a las actividades deportivas, los interrogantes son de la misma naturaleza: ¿por qué motivo hay que llevar a un joven – conocido en el barrio por haber sido protagonista de varios episodios de violencia- a un ring de boxeo? (se podría pensar que con ello se canaliza su agresividad al enseñarle a golpear donde más duele). Un animador y educador escribe que se trata de un centro de trabajo contra la exclusión social. La acción educativa se encuentra en la evolución del joven y la práctica del deporte no es solo la actividad física, sino que se convierte en una “estructura de sentido”.
Otro ejemplo que muestra los limites de esta perspectiva. Se celebró una semana de animación con el título “rap en los barrios”. El objetivo era, por un lado, hacer accesible este tipo de manifestaciones a jóvenes que normalmente están excluidos de ellos, bajando los precios y, por otro, desencasillar a la gente, a las barriadas de la periferia e incluso a la música. Nuestra ambición es facilitar el encuentro de los públicos y los estilos de música: jazz, rap, clásica, rock…
Para transformar una actividad de este tipo en acción portadora de sentido, ¿acaso no sería más creíble que, en lugar de pretender acercar a los públicos del rap y del jazz, se intentara situar el rap en una perspectiva histórica y social, buscando sus orígenes en el blues, el rock…? Ello tendría el interés de hacer comprender a estos jóvenes que su situación de dificultad no es ni mayor ni menor que la de otros grupos de población en otros lugares y en otros tiempos, y asimismo, se trivializan las relaciones de quienes lo realizan.
Es cierto que el alcance y el número de actividades relacionadas con una técnica en particular en los ámbitos como los viajes, el turismo, la ecología, la informática, el bricolaje, la música… no paran de aumentar. (Hay quien piensa que habría que animarlo todo).
Los usuarios van cambiando progresivamente hasta el punto de ser principalmente clientela. Se observa un dinamismo en el mercado de empleo en materia de creación de puesto de trabajo de los animadores especializados, ello es una señal inequívoca de la mercantilización de este sector de actividad.
La competencia del sector privado lucrativo cada vez se hace más fuerte y las actividades de lo no comercial se dirigen hacia lo comercial.
Las actividades de prestación de servicios sufren la competencia del sector comercial del ocio y reclaman a los animadores una especialización técnica cada vez mayor, lo que implica el abandono de la intención educativa y su transformación progresiva en “recreologias” a la americana.
Se analiza la diferencia de lógica entre lo sociocultural y lo cultural por el hecho de que lo primero se fundamenta prioritariamente en referencias político-sociales, mientras que lo segundo hace referencia a las medias mediante los cuales hay que hacer acceder a los individuos a las obras y a los artistas. Búsqueda de expresividad por un lado, producción, difusión y democratización de la cultura y aprendizaje de la estética por el otro.
Roturier afirmaba que “no necesitamos animadores generalistas” sino profesionales capaces de hacer integrar en las estructuras culturales, sociales y de la educación para los públicos afectados, las obras y los sentidos de la creación artística.
Sin duda, las actividades descritas no se dirigen a los mismos públicos, peros son el resultado de una lógica común: el desarrollo de las actividades de tiempo libre.
Según el nivel de tiempo libre, de ingresos, de educación y de sistema de valores, este estudio considera tres tipos de actividades de tiempo libre: de prestigio; del tiempo de vivir y de supervivencia. La modalidad de uso de este tiempo libre para el nivel superior o para el desempleado no son equivalentes.
Otra prueba de la evolución hacia las actividades comerciales nos la proporciona los folletos publicitarios de las organizaciones. De esta manera, se roza la disolución completa de la finalidad educativa, en provecho de una actividad que se justifica por sí misma.
El objetivo social consiste en permitir a los más desfavorecidos el acceso al ocio, pero se convierte en algo prácticamente imposible, ya que estas actividades son caras.
Es posible contrastar, en esta evolución, un proceso de aculturación que favorece la simple actividad de entretenimiento sobre la acción educativa, la lógica de gestión de servicios en detrimento de una lógica de acción social.
Una encuesta sobre los profesionales de la animación indica que  los animadores a tiempo completos escogen, para describir sus contenidos de trabajo, estos términos en el siguiente orden: organizar, comunicar, dirigir, negociar y luego producir. ¿Acaso esto significa que este tipo de prácticas escapan a la exigencia de la competencia? En absoluto, pero se acercan más al ámbito de la responsabilidad (administrativa, financiera y humana) en el establecimiento de acciones que a una especialización técnica alrededor de una actividad específica.
En el caso de la actividad, el interés personal es lo dominante para el participante; en el caso de la acción, otras motivaciones son más perceptibles, la investigación de reconocimiento, el prestigio, el deseo de prestar un servicio, la solidaridad: puede haber producción de sentido.
Las acciones tienen en cuenta esencialmente los lazos de cada individuo con los diferentes grupos a los que pertenece y a las instituciones del campo en el que ejerce la actividad, según el ejemplo del segundo caso, partiendo de la existencia en un territorio determinado de un centro para minusválidos y de un centro de animación.
A través de la acción, la animación es una práctica social voluntaria salpicada de actividades. Es aquí donde la noción de acción global adquiere su sentido,  al producir la animación comunicación social, salvando las distancias, la gestión en los lugares de producción, que exige más una combinación de conocimiento por parte del animador que una especialización en los contenidos de formación.

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