Marí Ytarte, R (2009): Ciudadanía y educación social. Contextos y espacios profesionales. Toledo, UCLM. Primera parte. Reflexiones. Pensar la exclusión y la inclusión social desde la pedagogía social.

7 comentarios:

  1. LA NOCIÓN DE INCLUSIÓN Y CIUDADANÍA EN EDUCACIÓN SOCIAL.
    LA GLOBALIZACIÓN COMO IDEA Y COMO RETO DESDE UNA PERSPECTIVA EDUCATIVA.
    Amelia Valcárcel ya comentaba que para un mundo casi global, no tenemos tanto pensamiento ni voluntad global como serían necesario. Esta frase nos sirve para plantear que esta idea de globalización (planeta globalmente contemporáneo), utilizada muchas veces como un equivalente de un desarrollo mundial compartido o como un progreso necesario a escala planetaria en el que toda la humanidad (o casi toda) está implicada, esconde tras de sí numerosas desigualdades, en lo que respecta al acceso a los recursos, a la educación y al bienestar social. Dicha contemporaneidad lleva implícita unas “nuevas” formas de vida que llegan a todas partes (o a casi todas).
    Así, la globalización se nos presenta como un espacio plural de conocimiento, comunicación e intercambio económico que alcanza a todos los rincones del planeta, sin embargo, hay que tener en cuenta que, los efectos y el impacto social sobre las poblaciones no son los mismos ni tienen las mismas consecuencias en todos los lugares ni para todos los grupos humanos.
    La mayor parte de las sociedades actuales están afectadas por la globalización, es decir, impregnadas de formas culturales y económicas semejantes, impregnadas de los mismos lenguajes… y al mismo tiempo, ese proceso globalizador ha ido generando nuevas formas de pobreza, exclusión y desigualdad social.
    ¿Qué es entonces la globalización y en qué sentido afecta al mundo de la Educación Social?
    La globalización-mundialización es un proceso social, económico y cultural a escala planetaria que incorpora, además del intercambio económico y la inmediatez de la comunicación, la hegemonía o uniformidad de los contenidos y formas culturales. También indica la interdependencia de las sociedades en todo aquello que afecta a su supervivencia y a su bienestar. Prieto ya comentaba que esta globalización-mundialización estaba centrada únicamente en factores económicos, dejando a un lado las dimensiones sociales y culturales, que han quedado reducidas o sustituidas por el mercado. Es por ello que el desequilibrio entre países y culturas es cada vez mayor, y aunque suele pensarse como desigualdad socioeconómica, afecta también a la cultura o a la educación, ya que es a través de ellas como se transmiten los nuevos estilos de vida, de ciudadanía y los valores culturales que las sustentan a ambas.
    El proceso de globalización ha ido reduciendo la capacidad democrática de las sociedades a través de los discursos homogéneos acerca del bienestar social y comunitario de los individuos. Si se quiere conseguir una sociedad democrática y por ende, una ciudadanía efectiva, según Prieto, es necesario oponer a esta globalización exclusivamente económica aquello que es patrimonio humano común y por lo tanto, “proteger” (dotar de espacio público, visibilidad social y capacidad de acción) a las comunidades e identidades culturales y lingüísticas, el patrimonio cultural y artístico, la creación cultural, la cultura popular y la local…
    Para la Educación Social, la posición desde la que reflexionar sobre la propia acción educativa en el marco de la mundialización, pasaría por tres ejes principales, articulados alrededor de la idea de igualdad y ciudadanía:
    - Favorecer procesos educativos que muestren una mundialización capaz de impulsar nuevas oportunidades.
    - El trabajo educativo debe promover la diversidad cultural y social del mundo, su reconocimiento y puesta en valor como patrimonio humano común.
    - La educación como la acción orientada a la consolidación del proyecto de la democracia basado en la idea de igualdad y ciudadanía. De esta manera, la educación se constituye como un proceso de apertura e inclusión a la sociedad en la que “formar parte” implica capacidad de actuar y de vincularse. Ello supone, claro está, cierta asimilación a unas reglas comunes compartidas y a unos valores de ciudadanía y civilidad.

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  2. GLOBALIZACIÓN Y POLÍTICAS SOCIALES: CUANDO TODO ES EMPRESA.
    Otro de los términos relacionados con la Educación Social es el de política social. De forma genérica, podríamos definir política social como la acción pública en todos aquellos aspectos que tienen que ver con el bienestar de los individuos y colectivos en un territorio. Sin embargo, y desde una perspectiva educativa, se piensas que política social se refiere también a todas aquellas políticas que de alguna manera inciden en el desarrollo de las sociedades democráticas y de una ciudadanía plena. Serían todas aquellas políticas que favorecen (o no tanto) la inclusión y participación social, la cultura, la educación y el desarrollo de las comunidades. Las políticas sociales han de ser capaces de impulsar la capacidad de los ciudadanos para actuar en sociedad, a través de la participación política y social, la creación cultural y la implicación activa en los asuntos públicos y sociales.

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  3. LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR, CRÍTICA Y RELEVANCIA DE LAS POLÍTICAS SOCIALES EN EL MUNDO ACTUAL.
    Hoy, la sociedad del bienestar se sitúa en torno al supuesto desgaste de los modelos heredados de la concepción del Estado del Bienestar y de los programas de las tesis neoliberales, en las que reaparece el mercado como actor central en el desarrollo de las políticas sociales, frente al Estado.
    El Estado del Bienestar era considerado como un programa político y social orientado a resolver el conflicto entre los principios fundamentales de la democracia, basado en la igualdad de oportunidades, y las desigualdades producidas por el capitalismo económico.
    Podríamos definir tres corrientes principales de oposición al modelo social del Estado del Bienestar:
    -El modelo del Estado del Bienestar era considerado imposible de llevar a cabo porque pretendía conciliar dos supuestos contrarios: el principio de libertad individual y el de igualdad social (la idea de igualdad hacia que se destruyera el sistema económico de mercado).
    - El gasto del Estado en protección social era excesivo e ineficaz, porque no conseguía resolver las desigualdades.
    -Defensa de un modelo social basado en criterios económicos y de mercado para favorecer su eficacia.
    Resumiendo algunas de las críticas que desde estas teorías se han vertido durante las últimas décadas sobre el Estado del Bienestar, y que de alguna manera, han influido en la definición de las políticas sociales actuales, podríamos definirlas a partir de tres líneas:
    -En primer lugar, desde la defensa del interés individual y el mercado como máximos reguladores de la vida social, las políticas sociales eran criticadas porque concentraban excesivamente el poder en el Estado, ponían en peligro el desarrollo económico y generaban una enorme burocracia, limitando así la iniciativa empresarial.
    -Segundo, el Estado del Bienestar era lento e inmovilista, además de encarecer los servicios (relación coste-resultados no era satisfactoria).
    -Tercero, se sobrecargaba al Estado, viéndose incapacitado a largo plazo para responder a todas las problemáticas sociales. Se favorece el surgimiento de grupos de interés y presión que exigen cada vez más al Estado.
    Para estas corrientes, las políticas sociales interfieren en el desarrollo de la vida social al intervenir en ellas e intentar moldearla. Además, promueven una realidad social ideal que fomenta la constante creación de normas reglamentarias sobre los espacios públicos, surgiendo así una forma sutil de dominación.
    Aunque estas críticas socavan los principios básicos de toda sociedad democrática y ponen en cuestión el modelo de igualdad y ciudadanía, han sido asumidas e incorporadas a las políticas sociales de muchos estados y cuyos efectos perniciosos han sido:
    -Reducción de la intervención estatal o autonómica en ámbitos sociales y la subordinación de la política social a criterios económicos.
    -Privatización de los servicios del bienestar, reducción en inversión social.
    -Políticas sociales universales convertidas en políticas compensatorias dirigidas a grupos considerados de riesgo.
    -Desinstitucionalización (empresas privadas).
    -Introducción del mercado en las políticas sociales.

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  4. CIUDADANIA Y EDUCACIÓN SOCIAL EN LAS SOCIEDADES DEL BIENESTAR.
    La noción de ciudadanía constituye el punto de partida para reflexionar acerca de la cultura, la identidad, las formas de pertenencia y el lugar del individuo en las sociedades actuales y también el marco desde el que abordar el objetivo principal de la Educación Social.
    Procacci nos recuerda que la ciudadanía es tanto un proceso como un derecho. Una ciudadanía inclusiva requiere de unos mínimos civiles y sociales que deben estar garantizados para todo el conjunto de la población. Si no se pueden asegurar unos niveles adecuados de calidad de vida, la noción de ciudadanía queda reducida a un discurso ciudadanista sobre la participación y la democracia.
    La autora nos recuerda algunos de los efectos más negativos de las políticas sociales basadas en los modelos neoliberales (críticos del Estado del Bienestar) sobre el desarrollo de una ciudadanía plena:
    -Individualización de la pobreza y la exclusión social: define la exclusión como un problema personal y no como consecuencia de profundas desigualdades sociales, de la situación de una comunidad, así como de las políticas que desarrolla.
    -Individualización del riesgo: las políticas sociales y educativas se contemplan como acciones que responden a trayectorias individuales que dejan fuera los elementos de tipo social y económico, confundiendo a veces las acciones orientadas hacia la ciudadanía con medidas paliativas de asistencia o de acciones positivas.
    -Reducción del ciudadano al cliente-consumidor: entender la ciudadanía desde la idea de meros grupos de interés que compiten por los recursos sociales y culturales disponibles.
    Se pone de relieve la importancia de la idea de igualdad asociada a la de ciudadanía, entendida como provisión universal de derechos civiles, sociales y económicos. La ciudadanía es así en primer lugar estatuto jurídico y la articulación de la pertenencia de los individuos en una sociedad. De alguna manera marca una frontera de inclusión y de asignación de derechos y deberes hacia los que integran el grupo de ciudadanos a partir de su adscripción a un territorio. La ciudadanía sería así, el lugar que estructura y posibilita la igualdad entre los individuos.
    Pero la ciudadanía también es derecho a la particularidad, entendida como derecho a la propia identidad y a las propias formas de pertenencia. La ciudadanía se transforma en una idea que tiene que ver con las demandas de los individuos y los grupos para su reconocimiento y su participación en la sociedad. Esta nueva dimensión de la ciudadanía propondrá nuevos valores a la sociedad y a la convivencia, valores como la diversidad, lo particular y específico de los grupos y la pluralidad de las formas culturales.

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  5. La ciudadanía tendría que ver con el acceso a los bienes sociales, el acceso al mercado y la posibilidad de igualdad social, es decir de participación efectiva en la comunidad donde se habita. Ello requiere pensar una ciudadanía inclusiva que no opere al modo de una clasificación de los individuos a partir de su situación jurídica, sino que se la articule una dimensión universal de derechos (derecho a vivir en cualquier lugar y a ser reconocido como ciudadano de ese espacio).
    Así, el trabajo educativo respecto de la ciudadanía tendría como objetivo, no sólo la incorporación a los itinerarios culturales y sociales normalizados, sino también la capacidad de crear una narrativa plural y un protagonismo activo de los sujetos de la educación. Aznar define en este sentido que el trabajo educativo como derecho de ciudadanía significa avanzar en cinco ejes:
    -Ciudadanía democrática: (cultura de paz como rechazo a la violencia, justicia social como igualdad efectiva de oportunidades, formación cívica, pluralismo)
    -Ciudadanía social: (lucha contra la pobreza y exclusión social, cultura de la participación, cuidado del otro)
    -Ciudadanía paritaria: (lucha contra las desigualdades de género, culturales, étnicas…)
    -Ciudadanía intercultural: (respeto a la identidad en la diversidad, dialogo entre culturas, países, sexos…)
    -Ciudadanía ambiental: (responsabilidad y respeto por el medio ambiente).
    La Educación Social tendría aquí un papel prominente, en la de favorecer la creación de esos espacios ciudadanos y la de articular en ellos acciones educativas capaces de promover el encuentro entre los individuos y/o colectivos para la implicación activa y protagonista en un proyecto social común, además de favorecer los itinerarios que les permitan el acceso a la educación, cultura y a los recursos sociales.

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  6. CULTURA Y ESPACIO PÚBLICO COMO TAREA DE LA EDUCACIÓN SOCIAL.
    Existe la necesidad de articular conjuntamente esas dos dimensiones de la ciudadanía, la política y la comunitaria, a través de lo que han denominado como los nuevos derechos urbanos. Configurar estos nuevos derechos requiere articular en la política urbana, también en la educativa, estos dos principios:
    -La relación ciudad-ciudadanía como igualdad político-jurídica. La ciudadanía como estatuto.
    -La relación ciudad-ciudadanía como promesa de los ideales de ciudadanía: lugar de las libertades, del proyecto de vida y de la calidad de vida.
    Para ello, es necesario que desde las políticas estatales y municipales se dé prioridad al espacio público, a partir de la incorporación de unos derechos que tienen que ir más allá de los derechos cívicos y sociales básicos. Para encaminarse en esta dirección son necesarios varios procesos:
    -Un proceso cultural: de elaboración de los valores de ciudadanía que subyacen a estos derechos.
    -Un proceso social: de movilización ciudadana para su desarrollo.
    -Un proceso político e institucional: para su formalización y para articular políticas que los hagan efectivos.
    En tanto que objetivos educativos, desarrollados por Cortina:
    -La idea de ciudadanía implica el ejercicio de la propia autonomía.
    -Desarrollo de una conciencia ciudadana acerca de aquellos derechos que deben ser respetados.
    -Participar en proyectos comunes con otros individuos.
    Valcárcel nos recuerda que las sociedades democráticas no pueden abstenerse de la educación para el desarrollo de la ciudadanía, ya que es la acción educativa la que permite inscribir esos principios en un marco social amplio de pertenencia.
    Es fácil caer en un ciudadanismo pedagógico si reducimos la relación entre ciudadanía y educación a la enumeración de principios y derechos de carácter valorativo, pero no la articulamos junto a las prácticas concretas y los itinerarios de vinculación y participación posibles para el conjunto de los individuos.
    La cultura de la ciudad, así como su red de recursos, servicios y equipamientos son también un buen indicador del desarrollo de la democracia y la ciudadanía. La ciudadanía como derecho a la igualdad y de acceso a la sociedad del bienestar, como derecho a la particularidad representa la existencia real de espacios de participación y toma de decisiones. Significa, posibilidad de acceder a la información y capacidad de crear cultura.

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  7. En la relación Educación Social-ciudadanía se suelen contemplar tres ejes principales desde los que abordar la tarea educativa: la convivencia o el civismo, el desarrollo de la comunidad y la cultura. Estos tres ejes son considerados como los contenidos educativos básicos de la Educación Social que es necesario favorecer en el espacio público como lugar de expresión de la ciudadanía.
    Respecto al primero de ellos, la convivencia, es necesario educarnos en tres capacidades:
    -Regla de autonomía: desarrollo de la reflexión y el pensamiento de los individuos, y a su capacidad para ponerse en disposición de conocer y elegir de forma crítica.
    -Regla de reciprocidad: incluir al otro en nuestras acciones y decisiones, implica reconocerlo como un igual.
    -Regla de reflexividad: tratar de pensar de acuerdo con uno mismo, disposición a entrar en dialogo con otro al que se le reconoce en el mismo lugar y el mismo valor.
    La ciudadanía como convivencia pasaría entonces por asumir nuestra responsabilidad frente al otro, es decir, nuestra vinculación con los conflictos y situaciones de exclusión, además de ubicarlas en el contexto del espacio público y del interés común.
    En segundo lugar, la cultura como derecho supone para nosotros que la Educación Social trabaje para promover la incorporación al patrimonio común de la humanidad, entendiéndolo desde una perspectiva abierta, dinámica y plural. Se trataría de una cultura no acabada, sino en construcción, que promueve la propia creación de los ciudadanos en distintos espacios y niveles.
    La tarea educativa respecto de la cultura en tanto que posibilidad de pertenencia, de participación y de vínculo de los individuos y colectivos en la sociedad de su tiempo y cuyos contenidos estarías articulados en torno a:
    -El legado cultural histórico de la humanidad en todas sus dimensiones (lo universal común).
    -La diversidad cultural en todas sus formas.
    -El conocimiento social, científico y tecnológico de las sociedades globalizadas, sus retos, beneficios y riesgos. (capacidad de participar en los asuntos públicos).
    Por último, la ciudadanía como desarrollo comunitario nos remite a una acción educativa centrada en potenciar espacios públicos, recursos y servicios de calidad para todos los ciudadanos. Por decirlo de forma concisa, partiríamos de la idea de que no es lo mismo crecer y vivir en una ciudad que en otra, en un municipio que en otro.

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