Según el autor, espacio público, podría ser definido como aquel espacio de y para las relaciones en público, es decir, para aquellas que se producen entre individuos que coinciden físicamente y de paso en lugares de tránsito y que han de llevar a cabo una serie de acomodos y ajustes mutuos para adaptarse a la asociación efímera que establecen. En conclusión el espacio público se ocupa de aquello que es común a todos.
En su libro, Manuel Delgado considera espacio público a las aceras, los parques, las calles, edificios públicos etc. Tienen que ser aquellos espacios que sean distinguidos de los espacios privados, lugares de libre acceso y resulten una forma de vínculo social y de relación con el poder. Los espacios públicos deberán crear en la población un efecto de conciencia y un sentido de pertenencia hacia la ciudad.
Por otro lado, gran parte de estos espacios, que de una forma u otra hemos considerado “lugares”, son aquellos que contribuyen a definir nuestra identidad del lugar, es decir, no solo sentirnos identificados con nuestro hogar, sino también sentirnos vinculados con la calle donde jugábamos de pequeños, el patio de nuestra escuela, el parque donde nos llevaban a jugar, etc. Según el autor, en este caso no es con el nombre de ciudadano el que se emplea cuando nos referimos a aquella figura la cual posee una libertad, unos derechos comunes y unos deberes, sino que el nombre que recibe se materializa en el de usuario.
Las ciudades están formadas por una gran multitud de grupos con diversas motivaciones y necesidades particulares, y todos ellos tienen que convivir y compartir cada uno de los espacios públicos, siempre respetando y no rebasando los límites establecidos. Esta diversidad de la que hablo hace del espacio un lugar dinámico, heterogéneo, vivo, pero a menudo, como bien haré referencia posteriormente, un lugar de conflicto de intereses y actividades, ya que no todas las personas interpretan de igual forma los espacios urbanos.
Gracias a estas relaciones que se producen constantemente entre las personas y el entorno, transformamos y dotamos de significado el entorno, mientras que éste es el encargado de contribuir de manera decisiva a definir quienes somos, a crear un sentido de pertenecía, es decir, ubicarnos de forma personal y social con el entorno y además a establecer distintas relaciones con nuestro mundo perceptivo y simbólico.
Como he mencionado anteriormente, en su libro, el autor, hace alusión al discurso sobre el espacio público, en el que se habla de la educación en y para el espacio público de una forma errónea. Según el autor el espacio social es un espacio de conflicto, mientras que el discurso lo presenta como un lugar armonioso, borrando aquellos factores que lo perjudican. Por lo tanto, podemos decir que el lenguaje que conforma el discurso, se trata de un lenguaje perverso.
Al hablar de espacio público como lugar, se refiere a aquel espacio físico, donde se deberían confirmar aquellos sistemas democráticos, además del lugar donde se lleve a cabo la libertad de expresión y reunión. Será aquel lugar en el que se abandonen los contenidos abstractos y se materialicen, es decir, que se hagan visibles y puedan ser tocados y visualizados, así como transitados. Son ámbitos accesibles para todo el mundo, y en él se llevan a cabo actos de comunicación e intercambio con una libertad formal y siempre bajo unos derechos comunes. Haciendo referencia a Manuel Delgado, en el sentido que considera el espacio público como un espacio de conflicto, decir, que no siempre es así, es cierto que existe delincuencia, vandalismo, contaminación… pero bajo mi punto de vista, no es necesario ese lenguaje generalizador.
Todo ciudadano tiene la capacidad para interactuar más allá de cualquier identificación social o cualquier tipo de reconocimiento. Ahora bien, ¿A qué lugar nos estamos refiriendo? Este lugar, no es otro que el de ciudadanía, y el ámbito principal es el de espacio público. Este espacio público al que hago referencia es aquel espacio en el cual, las relaciones con los demás ciudadanos no presentan limites, es un espacio en el que no existen desigualdades y todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y pueden explotar su espacio público de tal forma que no aparezca ninguna barrera. El problema es que no podemos hablar de un espacio público como el que se define anteriormente de una forma real, para ello es necesario que desaparezcan las fronteras de la desigualdad y que los espacios públicos no estén formados por individuos privados.
Para terminar os dejo un enlace que hace referencia a esta reflexión sobre el ensayo de Manuel Delgado, se trata de una experiencia real que demuestra como el discurso sobre el espacio público es erróneo, y cómo son espacios en los que abunda la desigualdad social.
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